El cambio de la cultura en atención de salud en
la sociedad actual, producto de la información y comunicación transversal,
exige que la formación de profesionales dedicados al cuidado de personas sanas
o enfermas, que presentan diferentes grados de vulnerabilidad de acuerdo a su
condición; sea responsabilidad de la institución formadora, teniendo como base
el respeto y la dignidad de las
personas.
Es por esto, que el proceso de enseñanza-aprendizaje,
en los profesionales de la salud y especialmente en Enfermería, debe ser
supervisado continuamente y realizado en un ambiente dinámico, que asegure la
privacidad, y donde deben ser adquiridas y certificadas las competencias
necesarias para asegurar la calidad en la atención de salud de los usuarios.
Para ello, deben existir metodologías de
enseñanza como la Simulación clínica, con un acompañamiento de
tutores expertos en el ámbito clínico y del comportamiento, donde se aprende de
manera sucesiva e incremental y en los que se pueda evaluar de manera directa y a través de evidencias; situaciones
clínicas, las cuales por su baja frecuencia, gravedad, razones éticas o situaciones
críticas como la muerte o una enfermedad grave; no deben ser afrontadas
directamente por los estudiantes de pregrado, cuidando además su salud emocional
y asegurando un entrenamiento óptimo para relacionarse con un paciente real.